sábado, 28 de marzo de 2009

BODA EN SANTA MARÍA DE ALARCÓN


Hoy se cumple una semana de la boda de mi hija. Han sido varias las llamadas telefónicas que he recibido de amigos, familiares y conocidos, pidiendo que incluyese en cualquiera de mis blogs alguna fotografía del acto. No me había planteado hacerlo por lo que el momento en sí tiene de personal y de íntimo. Al final me he decidido, creo que por razón de justicia, y lo hago en el blog que dedico a nuestro pueblo ¿Dónde mejor?
Mari Mar y Andrés quisieron casarse en una de las iglesias más artísticas de la diócesis de Cuenca y en uno de los pueblos más bonitos de la provincia por su situación, su historia, y el mucho arte que conserva en sus iglesias. Alarcón, iglesia de Santa María. Sábado 21 de marzo, día en el que entró la primavera, una mañana estupenda de sol.
Como familias católicas y creyentes, tanto la nuestra como la de Andrés, nos hemos emocionado durante la celebración del matrimonio-sacramento en aquella iglesia especialmente hermosa, más todavía habiendo sido otro de mis hijos, Fernando, el que los casó como ministro de la Iglesia, actuando de concelebrantes los sacerdotes de Motilla, Villanueva de la Jara, Alarcón, y El Picazo, este último el pueblo de Andrés.
Una experiencia nueva, que unida a la de mi propia boda y a la ordenación sacerdotal de mi hijo, creo que han sido las fecha más señaladas de mi vida, y de la vida de Paquita, mi esposa, también.

martes, 24 de marzo de 2009

AULA DE EDUCACIÓN DE ADULTOS


La profesora se llama Pilar Aranguren Soto, nacida en el vecino lugar de La Hinojosa y casada con Jesús Beamud, un olivareño de toda la vida residente en nuestro pueblo. Las alumnas se llaman Gregoria, Pilar, Adoración, Luisa, Victoria, Felisa, y así hasta un total de veinticinco, entre las que se cuentan dos varones emigrantes con residencia temporal en Olivares.
Este grupo de formación se llama “Aula de Educación de Adultos” y lleva funcionando en Olivares desde el año 1992, en servicio muy especial como resultado de un convenio entre la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento.
El Aula funciona durante tres horas cada día laborable adaptándose el nivel del alumnado: 12 alumnas de alfabetización; 6 de consolidación de conocimientos; 5 alumnos de Español para extranjeros, y dos para la Prueba Libre de Graduado en Educación Secundaria (antiguo Graduado Escolar). Al final del pasado curso, y creo que por primera vez, publicaron una interesante revista sobre temas exclusivamente olivareños, que titularon “Las Palomas”, en homenaje a una de nuestras fuentes más conocidas.

Hasta aquí los detalles estadísticos y de carácter académico que conviene conocer, y a los que se ha de añadir el reconocimiento que en cualquier caso merece una labor de tanto mérito como el que Pilar Aranguren está realizando en favor de nuestro pueblo.
Señoras mayores de cincuenta años, creo que todas ellas, hasta superar los ochenta alguna de las alumnas asistentes, es algo que uno recibe con emoción; pues desengañémonos, amigos míos, que mientras no se demuestre lo contrario no hay mejor inversión -no sólo de dinero, sino de tiempo incluso- que la cultura; que no está reñida con el ocio bien administrado y con pasarlo en la vida lo mejor posible. Se pueden tomar cuando llegue el caso dos o tres cervezas en el bar, o un whisky en casa, y después ponerse a leer un libro en los muchos ratos de asueto que nos quedan a lo largo del día. Yo lo hago, y me va muy bien, os lo prometo.
Aunque no debiera ser así debido a mi condición masculina, vaya por delante mi felicitación más emocionada a ese amplio grupo de mujeres de nuestro pueblo. Espero que el sexo fuerte tome la debida nota, y sin ningún tipo de complejos se enganche como ellas a la labor, que bien vale la pena.

domingo, 8 de marzo de 2009

"CAMARADA"


Recordar es volver a vivir. Recordar nunca es tiempo perdido. Recordar es rendir homenaje a un pasado que se marchó para siempre, dejando un poso perdurable en los rincones de la memoria. A mí me gusta recordar.
Con motivo del reciente Congreso de Escritores Conquense celebrado en Cuenca, me escapé al pueblo desde la capital en un viaje fugaz; pues hace tiempo que me había hecho el propósito de traer a estas páginas a una persona admirable: Camarada, un paisano que la gente de mi generación, los que fuimos jóvenes por aquellos años de posguerra, recordamos con reconocimiento, y en mi caso y en el de otros muchos con afecto y gratitud. Camarada fue el hombre que tocando en el baile a notas de acordeón nos hizo pasar tardes memorables a ritmo de bolero, de pasodoble, de tango, de cha cha cha y de todo lo que se ponía en moda, barriendo lo que hubiera podido ser un solemne aburrimiento en las tardes de tantos domingos durante los inviernos fríos de nuestro pueblo.
Camarada se llama Santiago Domínguez Guijarro. Ahora, en los pórticos de su vejez, cuando ya ha dado al mundo lo que tenía que dar, que no ha sido poco, se ha vuelto al pueblo en compañía de Dolores, su mujer, para pasar en el ambiente más propicio los muchos años de vida que todos le deseamos.
La vida es a menudo desilusionante, y le gusta jugar con nosotros según su capricho. Camarada arregló su casa del barrio de la Granja con las comodidades y las anchuras de un palacio pensando en su jubilación; pero la salud de su esposa se ha debilitado hasta el punto de no poderse defender convenientemente por sí sola, y han decidido, creo que con buen criterio, residir como auténticos señores en la Casa Tutelada, donde los he encontrado felices, como en su pequeño hogar, rodeados de comodidades, a Dolores haciendo punto junto a la ventana, y a Santiago, sentado en su butaca siguiendo las noticias por televisión.
Tiene Camarada 83 años. Me contó que toca el acordeón desde los catorce; que se estrenó con un instrumento de botones muy primario, de solo cuatro bajos, que le trajo su hermano Julián desde Rusia allá por los años cuarenta. Me explicó que la primera pieza que empezó a tocar fue un cuplé que le enseño Verruga, que se titulaba “Gitanillo”, y que tiempo después popularizó la Montiel en una de sus películas.
Camarada ha pasado la mayor parte de su vida trabajando en Madrid, en otros quehaceres profesionales, sin por ello abandonar la música. Soy testigo de haberme encontrado con él, hará más de cuarenta años, tocando en las fiestas de Galve de Sorbe, allá por la sierra norte de la provincia de Guadalajara. Me dijo emocionado que el mundo es un pañuelo.
Nuestro hombre da rienda suelta a su vocación en estos tiempos dirigiendo el coro parroquial de la iglesia del pueblo, al que acompaña con su acordeón en la misa del domingo. Me ha contado -pienso que lo merece- que su nombre, con su pequeña historia, va a aparecer en una especie de diccionario o enciclopedia próximo a publicarse, en donde figurarán los más destacados acordeonistas de la provincia. Camarada lleva la vida con ilusión, es un hombre bueno y por eso está aquí.