domingo, 24 de abril de 2011

SEMANA SANTA 2011



Como suele ser habitual en estas fechas, el pueblo ha duplicado su número de habitantes durante la Semana Santa. Es bueno que las costumbres que dan vida al pueblo se conserven, por lo menos en la nuestra y en inmediatas generaciones. Los que hemos nacido allí y hemos vivido en él una buena parte de nuestra juventud, añoramos el dar una vuelta por sus calles y por sus alrededores con mayor o menor frecuencia, y participar, cada uno de la mejor manera, en los principales acontecimientos que todavía siguen teniendo lugar a lo largo del año.

Ahora era preceptivo acudir durante los días de vacación de la Semana Santa. La asistencia de público ha sido importante. Tal vez no tanto como en años anteriores debido al mal estado de la climatología que, igual que en toda España, también en Olivares se ha encargado de deslucir las procesiones del Jueves y del Viernes Santo. La procesión del jueves no pudo salir por causa de la lluvia, que se fue intensificando hasta convertirse en un auténtico diluvio a medida que iba entrando la noche. El Viernes Santo se sostuvo en principio y permitió llevar a término la procesión del Vía Crucis durante la mañana; también, aunque con incidencias la del Santo Entierro de la tarde-noche, que con seria amenaza permitió subir hasta el Calvario, pero una vez allí comenzaron a caer las primeras gotas, obligando a bajar hasta la iglesia a paso precipitado, en un camino de regreso en el que la lluvia fue haciendo su presencia de un modo más intenso. Se había tomado la precaución de proteger a la Virgen de los Dolores con un plástico que cubría toda la imagen, en tanto que el Sepulcro fue preciso cobijarlo en los soportales del ayuntamiento hasta que cesó la lluvia.

Magnífica durante todo el recorrido la actuación del grupo de tambores que dirige y encabeza David García. Se echan en falta las cornetas de ediciones anteriores, desaparecidas años atrás por esa tendencia tan común que tenemos los olvareños, mucho más acentuada entre los jóvenes, que es la inconstancia; enseguida nos cansamos de las cosas que tienen un auténtico valor. Confiemos en que algún día vuelvan a aparecer, sería un gesto que agradeceríamos todos y que dignificaría ante los demás el nombre de nuestro pueblo.
Los actos religiosos han contado, como siempre, con una asistencia masiva de público.