martes, 27 de septiembre de 2016

EL PUEBLO SE HA QUEDADO SOLO


He pasado los últimos cinco días en mi pueblo aprovechando los postreros soles del verano y las primeras soledades del otoño. Es un buen momento para perderse en los viejos recuerdos del pueblo donde uno nació, donde fue niño y donde pasaron aquellos años, siempre presentes en la memoria, de la primera juventud. Por estas fechas los pueblos de Castilla ya están sin gente, se han quedado vacíos. Por las calles de Olivares, mi pueblo, no es fácil encontrarse con un alma ambulante antes de las diez de la mañana. Luz y silencio. Las campanas de la iglesia suenan a clamor. Acaba de morirse Julián, me ha dicho Águedo. Julián Moya; era muy mayor y rara vez se le veía por la calle. El pueblo está solo. Nadie diría que ésta es parte de la plaza y de la calle donde se reúne gran cantidad de gente en los días de la fiesta mayor del Santo Niño. Pero es el pueblo, mi pueblo, con su espacio en propiedad dentro del corazón de los olivareños, de los pocos que quedan allí y de los muchos a los que la vida nos fue repartiendo a su antojo por otros lugares de España y aun fuera de ella. Os dejo la imagen como recuerdo.