sábado, 31 de julio de 2010

LA IMAGEN DE SANTIAGO EN PIQUERAS DEL CASTILLO



Con motivo del Año Jacobeo, la imagen de Santiago Apóstol de nuestra iglesia acaba de realizar su propios “camino”. Sobre un camión preparado al efecto y acompañado de varias personas del pueblo, la imagen de Santiago, que hace muchos años echábamos en falta a causa de las obras, viajó en la mañana de ayer al pueblo de Piqueras del Castillo, en calidad de invitado a la exposición de imaginería religiosa que cada año promueve la mancomunidad de municipios “La Ribereña”.
Llamó la atención a su llegada al pueblo por su valor artístico y, sobre todo, por su tamaño. La imagen del Apóstol, en plena batalla de Clavijo -según la tradición, sobre caballo blanco- echando una mano a los ejércitos cristianos del rey Ramiro I de Asturias, en aquel célebre enfrentamiento contra las tropas musulmanas de Abderramán II, que la Historia sitúa en la primavera del año 844 por tierras riojanas, es visiblemente el principal atractivo de la exposición.
La estancia de Santiago en la iglesia de Piqueras, junto a otras muchas de los distintos pueblos de la comarca, durará sólo tres días, justo el tiempo señalado en el programa de actos de la “VII Feria medieval”, bien conocida en estos pueblos como uno de los principales acontecimientos culturales que cada verano tiene lugar en la comarca.

(En la fotografía, el grupo escultórico ya sobre el camión en la puerta de la iglesia, momentos antes de salir hacia Piqueras)

lunes, 26 de julio de 2010

LA CRUZ DEL CERRO TEJAO



Es éste uno de los paseos habituales de mis paisanos en las tardes de verano. Carretera de la Almarcha. A la caída del sol los fondos de la Vega arrastran la sombra hasta el otro lado del puente. La temperatura desciende al pasar por allí. Las Peñazas, los primeros huertos. Y más arriba, como perdida en la penumbra, la silueta de una cruz de piedra sobre el leve altiplano del Cerro Tejao. La Cruz del Cerro Tejao le decimos en el pueblo.
Lugares como el nuestro, sin una historia más o menos conocida, cuentan en su favor como recurso con las gracias que suele llevar consigo todo lo que carece de un origen sabido por todos, con un principio o razón que cuente en los polvorientos archivos de alguna sacristía. De la Cruz del Cerro Tejao nadie sabría decir, y mucho menos justificar, desde cuándo está ahí, y mucho menos la razón de su existencia.
Recuerdo haber oído alguna vez, sin una argumentación sólida que lo avale, que allí murió un general carlista en las guerras contra los isabelinos, en una más de las ocasiones en las que anduvo en juego el trono de España, y que aquella cruz la levantaron en su memoria. Me lo contaron así, y así lo cuento, sin atreverme a aportar ni una sola palabra más como dato esclarecedor con un mínimo de fundamento.
El solitario monumento está ahí. Una cruz sólida, de piedra labrada toscamente, compuesta de dos piezas independientes, una formando los tres brazos superiores, y otra segunda que es la columna que le sirve de pie dando lugar al brazo mayor.
Cuántas veces he pensado al recordarla, que con menor motivo y con la simple apoyatura como base de una sencilla cruz de piedra, solitaria en el campo y olvidada de todos, genios de la talla de G.A.Bécquer compusieron leyendas inolvidables, verdaderas piezas literarias que, sin ser historia, eternizan su presencia por sucesivas generaciones, acrecentando ese misterio que en las placenteras tardes de verano y en las gélidas madrugadas de nuestros inviernos, irradia sobre el alma del caminante la Cruz del Cerro Tejao, perdida en la penumbra, mirando con los brazos abiertos, y bendiciendo quizás, al pueblo en la distancia.


(En la imagen, la Cruz en una toma de 1968)

domingo, 18 de julio de 2010

VAMOS SIENDO MÁS


Los incondicionales de cada verano en el pueblo vamos acudiendo poco a poco. Ya vamos siendo más. Esta mañana me di una vuelta por la piscina y el ambiente era estupendo. Es fin de semana. Llevamos varios días en los que el calor se hace insoportable y la gente busca huir como sea de las altas temperaturas. En mi casa, el termómetro que tenemos en el patio oscilaba hoy, siempre a la sombra, entre los 24 grados de las nueve de la mañana y los 32 de las cuatro de la tarde. Dentro de casa se está bien. Es la ventaja que tienen estas viviendas antiguas, de gruesas paredes de piedra, de techos altos, y de cerca de un siglo de antigüedad.
Los hombres de más edad se juntan en el salón del Centro Social, echan su partida de cartas, se toman el bote de cerveza que sacan de las máquinas, y se cuentan sus cosas. Me han dicho que en invierno la concurrencia es mayor, que hacen baile las noches de los sábados y toman café y vasos de chocolate. Me gusta pasar algunos ratos con ellos, allá a la media mañana cuando estoy aquí. El ambiente es distendido y cordial. Se habla del pasado y la gente lo pasa bien.
El pantano va aumentando su contenido. Algunos aficionados, que por lo general vienen de los pueblos cercanos, se colocan por las tardes en las orillas gastando el tiempo y la paciencia a la espera de que la carpa de turno tenga la bondad de picar. Entre la gente del pueblo se ha perdido aquella afición a la pesca de los primeros años.