jueves, 29 de abril de 2010

Nuestros barrios. PLACETA DE LA CUESTA DEL MORO


La cuesta del Moro es la que sube desde la Vega y las Peñazas hasta el pueblo por los bajos de la Iglesia. Recuerdo cómo en otro tiempo hubo huertos en la vaguada lateral que tiene la cuesta a la caída. Es un nombre antiguo, al que no se le encuentra relación, que se sepa, con ningún personaje concreto de la etnia musulmana. Es muy posible que su nombre provenga de algún vecino de la antigüedad conocido como “El Moro”, apodo que no sólo en el nuestro, sino que en muchos pueblos se da.
La Placeta que se muestra en la fotografía está situada al final de la Cuesta. Como ocurre con otros de nuestros barrios, la Placeta de la cuesta del Moro tiene un carácter personal muy definido; pues además de ser paso obligado para bajar a la Vega por esta parte del pueblo, es un cruce de calles importante, sobre todo en tiempos pasados, cuando las mujeres del pueblo tenían que ir a cocer el pan al horno de los Sixtos, o bajar a la iglesia desde el Lejío y calles adyacentes, a la misa del domingo o a cualquier otro acto o celebración.
En la procesión de la Fiesta del Niño, la Ranra corre la bandera en la Placeta de la Cuesta del Moro.

viernes, 23 de abril de 2010

INVITANDO A LEER


De nuestra paisana Esperanza León Jiménez, pintora e ilustradora de libros, a la que dediqué -creo que muy merecida- una de las primeras páginas de este blog, acabo de recibir este bonito dibujo titulado "Lectora", con motivo del día del libro, que en todos los paises de habla española se celebra hoy, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Cervantes. Lo traslado a todos los olivareños repartidos por el mundo, con el deseo de que la buena lectura tome parte de vuestras vidas, una de las actividades más gratificantes y que más vale la pena practicar.

domingo, 18 de abril de 2010

Nuestros barrios: LAS JUANORRAS



Si hubiera sido pintor, estoy seguro de que el barrio de Las Juanorras hubiese sido uno de mis primeros lienzos. Quizá no se trate de un motivo floreciente como para ilusionar a pintores y literatos, pero visto en la distancia, no sólo física, sino de tiempo sobre todo -con el aditamento de la imaginación que para eso es libre-, uno saca como consecuencia inmediata que el nuestro es un pueblo distinto a los demás pueblos, no sólo por su diversidad paisajística, que la tiene, sino también de puertas adentro. En sus calles, en sus rincones, en lo que todavía queda de aquel otro Olivares de nuestros años mozos, nos damos cuenta de que por su aspecto raya bastante por encima de la media de los de su especie.
La fotografía que hoy presento en primer plano de nuestro escaparate, corresponde a uno de esos rincones entrañables a los que antes me he querido referir: el barrio de Las Juanorras. Ignoro el origen de su nombre, cuando menos un poco chocante; pero es el que es, así se llama y por él lo conocemos todos. Un barrio cargado de una fuerte personalidad debido a las familias que habitaron en él, y que uno las asocia instintivamente con cada una de las viviendas que lo componen: Tambores, el Pitero, Ramoné, Eufemio, Benitez, los Sotillos, tan felizmente recordados aunque ya no viven, son para mi uso los pilares sólidos sobre los que se sostiene el rincón de Las Juanorras; un barrio recogido, con su placita y su árbol en mitad que los vecinos procuran cuidar con esmero. Las casas y las cosas han cambiado mucho desde que de chicos jugábamos por allí, pero su espíritu es el mismo.