martes, 12 de junio de 2012

LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI 2012

Hay ciertas fechas a lo largo del año en las que la tantas veces olvidada religiosidad de un pueblo, se pone de manifiesto, incluidas, claro está, las fiestas patronales en las que se saca en procesión la imagen más querida de todos, en nuestro caso la del Santo Niño. No obstante, la que acabamos de vivir en Olivares, como en tantos lugares y ciudades más del nuestro y de otros países de la tierra, está muy por encima en solemnidad y en importancia de todas las demás; pues no es a una imagen, más o menos venerable, a la que acompañamos por nuestras calles, sino al mismo Jesús en esencia, presencia y potencia, como aprendimos en el Catecismo, misteriosamente oculto en el Santísimo Sacramento, expuesto en la custodia que lleva el sacerdote como uno más, pero todo un acontecimiento en el que se le rinde el público homenaje de adoración que, como Dios, merece.
            El pasado domingo, volivió a vivir nuestro pueblo esos momentos de fervor excepcional que cada año se repiten. La fiesta del Corpus Christi, en la que Jesús-Eucaristía vuelve a ser el personaje central de toda la solemnidad del día, tuvo en esta ocasión un motivo singular de celebración, pues fue enriquecida con el acto siempre emotivo de la Primera Comunión de dos niños del pueblo, Mario y Miguel, que con don Germán y don Bernardino, sacerdotes, fueron los personajes centrales durante la Santa Misa, acompañados por sus familiares y por la feligresía toda, que vivimos momentos memorables, y que culminarían, una vez acabada la Misa, con la procesión por las calles del pueblo, con el Santísimo Sacramento bajo palio entre la piedad, la expectación y una lluvia de pétalos de rosas, en los distintos altares (siete u ocho) que a lo largo del recorrido se habían instalado para dar reposo durante unos instantes al Cuerpo y a la Sangre de Cristo a su paso.
            Para los que contamos entre los hijos más maduros (no viejos) del pueblo, la procesión del Corpus por las calles de Olivares nos trae recuerdos entrañables de niñez y de juventud. Nuestros años ya lejanos se hacen presentes en la memoria con hermosas imágenes de un tiempo que se fue. Pese al impacto laicista que de entonces a hoy va minando poco a poco la fe, los valores, y las buenas costumbres en ciertos sectores de la vida española, observamos cómo todavía se conservan momentos emotivos, trascendentes en el correr de los días, que felizmente se mantienen en pie, incluso mejorando como el buen vino con el paso del tiempo. Y éste de la festividad del Corpus Christi en nuestro pueblo es una muestra evidente de lo que acabo de decir, pues lo hemos vivido. Se nota que el Santo Niño sigue ejerciendo su papel protector entre nosotros. Estamos, pues, de enhorabuena.