Hay ciertas fechas a lo largo del año en las que la tantas
veces olvidada religiosidad de un pueblo, se pone de manifiesto, incluidas,
claro está, las fiestas patronales en las que se saca en procesión la imagen
más querida de todos, en nuestro caso la del Santo Niño. No obstante, la que
acabamos de vivir en Olivares, como en tantos lugares y ciudades más del
nuestro y de otros países de la tierra, está muy por encima en solemnidad y
en importancia de todas las demás; pues no es a una imagen, más o menos venerable,
a la que acompañamos por nuestras
calles, sino al mismo Jesús en esencia, presencia y potencia, como
aprendimos en el Catecismo, misteriosamente oculto en el Santísimo Sacramento,
expuesto en la custodia que lleva el sacerdote como uno más, pero todo un
acontecimiento en el que se le rinde el público homenaje de adoración que, como Dios, merece.
El pasado
domingo, volivió a vivir nuestro pueblo esos momentos de fervor excepcional que cada año se repiten. La fiesta del Corpus Christi, en la que
Jesús-Eucaristía vuelve a ser el personaje central de toda la solemnidad del
día, tuvo en esta ocasión un motivo singular de celebración, pues fue
enriquecida con el acto siempre emotivo de la Primera Comunión
de dos niños del pueblo, Mario y Miguel, que con don Germán y don Bernardino,
sacerdotes, fueron los personajes centrales durante la
Santa Misa , acompañados por sus familiares
y por la feligresía toda, que vivimos momentos memorables, y que
culminarían, una vez acabada la
Misa , con la procesión por las calles del pueblo, con el
Santísimo Sacramento bajo palio entre la piedad, la expectación y una lluvia
de pétalos de rosas, en los distintos altares (siete u ocho) que a lo largo del
recorrido se habían instalado para dar reposo durante unos instantes al
Cuerpo y a la Sangre
de Cristo a su paso.
Para los
que contamos entre los hijos más maduros (no viejos) del pueblo, la procesión
del Corpus por las calles de Olivares nos trae recuerdos entrañables de niñez y
de juventud. Nuestros años ya lejanos se hacen presentes en la memoria con hermosas imágenes
de un tiempo que se fue. Pese al impacto laicista que de entonces a
hoy va minando poco a poco la fe, los valores, y las buenas costumbres en ciertos sectores de
la vida española, observamos cómo todavía se conservan momentos emotivos, trascendentes en el
correr de los días, que felizmente se mantienen en pie, incluso mejorando como el buen vino con el paso del tiempo. Y éste de la festividad del Corpus Christi en nuestro pueblo es una
muestra evidente de lo que acabo de decir, pues lo hemos vivido. Se nota que el Santo Niño sigue
ejerciendo su papel protector entre nosotros. Estamos, pues, de enhorabuena.
2 comentarios:
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saludos
Muy bonita la fiesta y la misa de celebración de la Sagrada Comunión.
Que el espíritu no se pierda.
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