En mi
libro sobre Olivares, publicado en 1995, con el título “El manuscrito de
Bernabé Buendía” di cumplida información sobre un libro de cuentas, escrito por
un erudito y prestamista olivareño de más de cien años atrás, quien a su vez
daba noticias curiosas de la vida del pueblo entre operación y operación. Una actividad bastante al uso entre los adinerados de la época, los cuales se
desenvolvían entre la usura y el abuso, frente a los más débiles económicamente
de lugar. Por fortuna, aquello se reguló tiempo después, de manera que la
actividad del posible prestamista espontáneo se convirtió en delito o, cuando
menos en falta grave.
Hoy ha
caído en mis manos otro ejemplar de la misma época, similar a aquel; un totum
revolutum en el que hay de todo: cuentas de préstamos y débitos, sobre todo;
recetas para hacer varios tipos de galletas, y hasta un canto piadoso para la
Semana Santa. Este libro se divide en dos partes, escritas en lugar y en épocas
diferentes. Una primera parte la completa, hasta con cierto orden, un tal
Leonardo López Villaseñor, vecino de Saelices, en donde rara vez aparece alguna
de sus víctimas de Olivares, aunque las hay. Las fechas corresponden a la
última década del siglo XIX. La segunda parte comienza con diferente tipo de
letra, también manuscrito, pero de treinta años después. En esta segunda mitad,
el prestamista, cuyo nombre no aparece por ninguna parte, centra toda su
actividad en Olivares, comenzando en el años 1926 y siguientes, hasta poco
antes de la Guerra Civil. Alguien, muy al final, en una de las páginas en
blanco que le sobraron al segundo usuario del manuscrito, con letra más actual
y sin faltas de ortografía, dejó una reseña en la que se puede leer: “Día 20 de
Noviembre de 1975. Muere el Jefe del Estado Francisco Franco a las 6 de la
mañana”; lo que no deja de ser chocante.
En
esta sugerente y variopinta segunda parte el desorden es total. Se ve que lo
utilizan varias personas. Hay trozos escritos a pluma y trozos a lápiz.
Predominan las cuentas de préstamos, tanto en metálico como en especie (trigo,
cebada, paja…) Ahí me encuentro con nombres de paisanos que yo he llegado a
conocer, del tiempo de nuestros padres y de nuestros abuelos, por lo que me
parece incorrecto reflejar sus nombres, pues en su mayoría se trataba de
deudores del desconocido personaje.
Para
su encuadernación, el primer usuario utilizó las tapas en piel repujada de un
libro de la época, cuyo título era “Guía de forasteros en las Islas Baleares.
1851” De este libro saco como más interesante la situación social de nuestro
pueblo hace poco más de un siglo, las marcadas diferencias entre unos y otros,
predominando las economías bajas o muy bajas frente a la situación boyante de
unos pocos. Al final se puede sacar otra conclusión inequívoca: que nadie, ni
ricos ni pobres, vivían mejor de como vivimos hoy. En eso -y pese a lo que
todavía nos falta- hemos mejorado bastante. Aquí lo dejo.