Estuve en Olivares días atrás y encontré
al pueblo demasiado solo, ni una persona por las calles. Tarde de sol que
aprovechamos para bajar al cementerio y dar un paseo por el campo. El tiempo
empeoró a las pocas horas. Días antes las lluvias habían sido generosas con los
campos sedientos del término (sesenta litros llegaron a caer en un solo día). El pantano ha
empezado a flaquear visiblemente, con arreglo a o que había sido algunos meses
antes. Y las lluvias han comenzado a perjudicar, de formas muy dañina, a
nuestra iglesia recién restaurada; pues le entra el agua del tejado por todas
partes, y lo que es peor, por sitios inaccesibles, como puede ser por detrás
del retablo del Santo Niño, donde sus consecuencias son más difíciles de
evitar.
Han pasado tres o cuatro años desde que se rehabilitó la iglesia y la situación resulta realmente lamentable en época de
lluvias. Las maderas crujen en las mañanas del verano al menor cambio de
temperatura; algunas de las maderas transversales -finas y muy separadas una de
otra- se llegaron a romper en los primeros días. Todo de manera incomprensible,
sin otro motivo al que achacarlo que al fatal trabajo que se hizo en su día con
el fin, ramplón e injustificable, de ahorrar en materiales. Pues toda la
cubierta consiste en un fondo de madera (tabla o similar más o menos gruesa), y
sobre ello directamente las tejas, sin una capa intermedia de onduline, o de
cualquier otro producto al uso, que evite el paso del agua y que a la vez actúe
como aislante, del calor en verano y del frío en los días de invierno.
No debemos olvidar que la iglesia es el
único monumento a considerar en nuestro patrimonio artístico, y de ella, el
retablo mayor es de lo mejor que existe en toda la diócesis de Cuenca. ¿Que la dotación
presupuestaria de la Junta de Comunidades fue suficiente como para que las cosas se hiciesen de otra
manera? Es posible que fuera así; pero la verdad es que no se hicieron de manera correcta.
Entramos pues en el complicado terreno de las malas artes, tan al día
cuando se trabaja con dinero público. Pero, a alguien habrá que pedir
responsabilidades y, desde luego, exigir la reparación inmediata de manera satisfactoria. Es parte del patrimonio artístico de la Comunidad Autónoma, y no estamos dispuestos a verla en la situación semirruinosa
en la que estuvo antes, como se puede apreciar en la segunda de las fotografías, por el inaceptable motivo de haberse hecho las cosas
mal.
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