EL POLIDEPORTIVO “FELIPE BELTRÁN”
Felipe Beltrán Domínguez está a punto de cumplir los setenta años. Excepción hecha del servicio militar, que cumplió en el Parque y Maestranza de Artillería de Madrid como asistente del teniente Escribano, rara vez ha faltado del pueblo. Felipe es el número seis de una familia de diez hermanos, y durante más de treinta años ha servido al pueblo como alguacil y eficiente empleado del Ayuntamiento; siempre refunfuñando, eso sí, pero cumpliendo con su deber sobradamente, sin que para él hayan existido horarios de trabajo ni días desapacibles para llevar a cabo su quehacer al servicio del municipio. Felipe, con su moto de escasa cilindrada de acá para allá, de un lado para otro por las calles de Olivares, ha sido durante más de tres décadas una imagen habitual.
En reconocimiento a su lealtad, el Consistorio acordó dar su nombre al flamante polideportivo cubierto, que ahí está al servicio de quienes deseen usar de él, como una obra más en favor de la juventud particularmente, y en prestigio para nuestro pueblo.
Felipe, pese a ser amigo, quinto además como dato preciso, y no sé si algún otro afecto más que me una a él personalmente, reconozco que es un tipo extraño, raro como él sólo, muy difícil de conducir. Me ha costado insistirle mucho, casi llevarlo a la fuerza hasta las eras del Pozo, para tomar la fotografía que encabeza el presente comentario. No obstante, lo conseguí, que es todo un logro. Gracias al amigo, y enhorabuena por esta distinción tan merecida.
Felipe Beltrán Domínguez está a punto de cumplir los setenta años. Excepción hecha del servicio militar, que cumplió en el Parque y Maestranza de Artillería de Madrid como asistente del teniente Escribano, rara vez ha faltado del pueblo. Felipe es el número seis de una familia de diez hermanos, y durante más de treinta años ha servido al pueblo como alguacil y eficiente empleado del Ayuntamiento; siempre refunfuñando, eso sí, pero cumpliendo con su deber sobradamente, sin que para él hayan existido horarios de trabajo ni días desapacibles para llevar a cabo su quehacer al servicio del municipio. Felipe, con su moto de escasa cilindrada de acá para allá, de un lado para otro por las calles de Olivares, ha sido durante más de tres décadas una imagen habitual.
En reconocimiento a su lealtad, el Consistorio acordó dar su nombre al flamante polideportivo cubierto, que ahí está al servicio de quienes deseen usar de él, como una obra más en favor de la juventud particularmente, y en prestigio para nuestro pueblo.
Felipe, pese a ser amigo, quinto además como dato preciso, y no sé si algún otro afecto más que me una a él personalmente, reconozco que es un tipo extraño, raro como él sólo, muy difícil de conducir. Me ha costado insistirle mucho, casi llevarlo a la fuerza hasta las eras del Pozo, para tomar la fotografía que encabeza el presente comentario. No obstante, lo conseguí, que es todo un logro. Gracias al amigo, y enhorabuena por esta distinción tan merecida.
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