Hacía más de seis meses que no había estado en el pueblo. Ayer, primer día de soleado de esta primavera con intención de permanecer bonancible durante más tiempo, lo pasé en Olivares. La novedad, después de una temporada tan larga para los que vivimos fuera, es el agua del pantano. Visión impresionante que nos recuerda aquella primera subida -más de treinta años atrás-, si bien en esta ocasión no ha llegado a alcanzar, ni mucho menos, los mismos niveles.
Sí que ha conseguido cubrir por completo el puente de la Caserna; apenas se ven de él hasta la mitad aquellos murillos de piedra y cemento en los que se sujetaban los tubos de hierro que servían de barandal sobre el río. Por la enorme cantidad de agua que recibe el pantano, entre el Júcar que baja a rebosar y la que le aporta el canal, procedente de los otros pantanos de la cuenca del Tajo, todo hace suponer que en poco tiempo alcance niveles más altos.
El campo de alrededor está durante estos días de un verde intenso, y los pescadores de carpas ya andan por allí ejercitando su paciencia en las orillas.
(En la fotografía, una vista frontal y otra lateral de la carretera y del puente bajo las aguas)
1 comentario:
Buenos días, enhorabuena por el blog, revela muchos datos del pasado y del presente de Olivares, de donde eran mis abuelos y de donde es mi madre.
¿donde puedo adquirir el libro?
Gracias de antemano.
rsvrmiller@gmail.com
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