Con este mismo título publico en el periódico "Nueva Alcarria" de Guadalajara esta semana el siguiente artículo que, por considerarlo de interés para las gentes del campo, ofrezco a mis paisanos y en general a todos los lectores del blog.
"Las hay tan abundantes y sobre
asuntos tan variados, que hace tiempo uno dejó de prestar atención a las
estadísticas. Da la impresión de que todo lo que existe necesariamente ha de
sufrir un inevitable recuento, un dar noticia previo control de cuanto tenemos
alrededor, de su comportamiento y clase. Como primas hermanas que son de las
encuestas, las estadísticas por parte del público al que van destinadas suelen
tener una aceptación, una credibilidad
relativa, tantas veces por su carencia de objetividad, más todavía cuando el
hombre como elemento social entra en juego.
Hoy
vamos a hablar de una estadística muy reciente, que no deja de tener su interés
aunque el homo sapiens como especie no entre en juego, por lo menos de manera
directa, sino una clase determinada de animales que en ningún caso nos son
ajenos como parte integradora del ambiente en el que nos desenvolvemos y que,
por motivos que se dirán después, están atravesando de quince años a hoy un mal
momento. Estamos hablando de los pájaros más comunes del campo español.
La
asociación conservacionista SEO/Birdlife (Sociedad Española de Ornitología) ha
hecho públicos días atrás los resultados sobre el desenvolvimiento por especies
de lo que podríamos llamar aves menores del campo español, durante ese
anunciado periodo de tiempo. Resultado que no deja de ser preocupante si se
tiene en cuenta que algunas de esas especies son propias de nuestros campos y
que en algunas de ellas el descenso producido es superior al cincuenta por
ciento. Con referencia a la primavera de 1998, el descenso del alcaudón real ha
sido de un 57 %; el de la codorniz, pieza especialmente considerada por
nuestros cazadores, ha sido de un 53 %; la grajilla común, ha desaparecido en
un 44 %; la golondrina, falta de nuestros ambientes en un 41 %; y en número
menor, pero no por eso menos preocupante, figura el mochuelo, cuya presencia en
nuestros campos bajó un 37 %, en el mismo porcentaje que lo ha hecho el
cernícalo vulgar, y en un 34 % la cantora calandria. En dicha estadística
figura la perdiz roja castellana, de la que su presencia en la actual primavera
es un 16 % menor; y el gorrión común, habitante infalible de los huertos y de
las calles de nuestros pueblos que, por tener más medios, tan sólo ha
descendido en un 5 %.
Las
causas por las que se está produciendo tal fenómeno son varias, y como cabe
suponer provocadas por las nuevas maneras de vivir, así como por el desprecio
generalizado a la Naturaleza y la falta de respeto a sus leyes inapelables, de
lo que antes o después podrá pasar factura. El desarrollo de la agricultura
intensiva, la desaparición de una buena parte de la ganadería y el abandono del
medio rural, suelen ser algunas de esas causas; y sobre todas ellas, con una
incidencia todavía mayor, figura el uso masivo de productos químicos en la
agricultura: abonos no naturales y pesticidas, a lo que se debe añadir la
práctica de actividades cinegéticas incontroladas, vaciado de nidos y otras artes
tan antiguas y tan dañinas como la existencia del hombre sobre la tierra."
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