No se trata del título de una película,
que también podría servir, sino de la realidad tal como ha sido en esta última
visita a Olivares. La festividad de Todos los Santos supone, excepto por causa
mayor que lo pudiera impedir, un viaje al pueblo, una corta vacación dedicada a
nuestros familiares y amigos ya fallecidos cuyos restos reposan en nuestro
cementerio, es decir, una llamada a todos los olivareños, estén donde
estén, cada primer día del mes de noviembre; porque, más o menos cercanos, todos tenemos en
aquel camposanto algún ser querido.
Un día estupendo, casi ha hecho calor
durante varias horas. A partir de las seis, la temperatura comenzó a cambiar, pero no
mucho. Noche serena y ni una sola alma por las calles. Tan sólo un grupo de
adolescentes en los bancos del Lejío, el murmullo del bar de Mercedes, para
cerrarse el pueblo en silencio a partir de las diez. No se bajó a rezar el
Rosario al cementerio rompiendo la costumbre; se dejó para la tarde de hoy, día
de Difuntos, porque don Daniel, nuestro joven sacerdote, atiende a cuatro
pueblos y hay que distribuir los actos entre todos ellos. No obstante, durante
todo el día la gente ha estado bajando al cementerio para rendir su homenaje de
cariño y de gratitud a los suyos, a inundar las tumbas de flores, como corresponde
a la festividad y a la costumbre. En mis años jóvenes, recuerdo con nostalgia
que se pasaban la noche tocando las campanas a clamor y que se ponían calaveras
de calabaza, con una vela encendida en su interior, en el Cerro de la Horca.
Los tiempos son otros; pero a quienes vivimos aquella época de los años
cuarenta y cincuenta en la que fuimos niños y fuimos jóvenes, nos complace recordarlo.
Los donantes han sido la familia Marquina Lacasa, según acuerdo previo en vida de Pilar, de tan feliz recuerdo, y de Luis, su hermano; herencia de sus padres Vicente y Clemencia, que con esta
donación el bello lienzo ha encontrado para su futuro el más propio y el más
adecuado de los escaparates posibles. Por mi parte, vaya para ellos mi
felicitación y mi agradecimiento, que supongo será la de muchos olivareños más
de los varios centenares que andamos repartidos por el mundo.
Las fotos no son actuales ni son muy
buenas. Por una vez me fui al pueblo sin la cámara. Las tomé el pasado mes de
agosto. Para cumplimentar la noticia pienso que pueden servir.
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