Hace
tanto tiempo que no voy por el pueblo...; así que por una vez y sin que sirva de
precedente no encuentro nada que contar referente al vivir de cada día en
Olivares. Sé que está lloviendo estos días y que los agricultores están por
ello muy contentos, lo celebro.
Cuando se está lejos del pueblo y
se van cumpliendo años, uno recuerda con una fuerte dosis de nostalgia aquellos
años jóvenes por estas fechas: el baile, las correrías después de cenar por las
calles del pueblo a toque de acordeón, las partidas de cartas en los camastros
de las cuadras (sí, sí, como lo cuento) con la bota de tinto no muy lejos y alguna sartén de chorizos cerca, las juergas de sana amistad en El Frenazo, en fin…, momentos
felices que los que tenéis menos de cincuenta años ni conocéis, ni creeréis seguramente.
Cada edad tiene sus páginas blancas,
sus páginas grises y sus páginas negras. En mi casa y en mi familia estamos
viviendo días felices tras la llegada de Andresito, mi nieto, morenito como podéis
ver, pero simpático y listo como él solo. Nacido en Etiopía en junio de 2010. Con
sus tres años, y sólo mes y medio de estancia en España, se defiende en español
como un machote, dentro de lo cabe, naturalmente. Todo un crack.
Como regalo de Reyes a mis amigos y
paisanos, ahí os lo dejo con Paquita, su abuela, que, como yo, está viviendo
una nueva segunda o tercera juventud.
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