lunes, 17 de marzo de 2014

OTRO VIAJE FUGAZ A NUESTRO PUEBLO


Desde el día de Todos los Santos del año pasado -casi a cinco meses de distancia- no había vuelto al pueblo. Las inclemencias del invierno, el frío de las casas, la corta afluencia de paisanos de esos que sólo se ven de tarde en tarde, aconsejan llegar a Olivares cuando el tiempo atmosférico ofrece algunas garantías. Pues bien, con un fin de semana que se anunciaba como preludio de la primavera, nos hemos decidido Paquita y yo a pasar unas cuantas horas en el pueblo (la tarde del sábado y todo el domingo). No ha habido mucha gente, esa es la verdad, de los que vivimos fuera. Los días estupendos, mejor fuera de casa.
            Como novedades que más nos han llamado la atención, dos principalmente. Una de ellas la cantidad de agua que ha cogido el pantano, que nos recordaba aquellos años primeros en los que se llenó casi en toda su capacidad; y otra novedad la ampliación que han dado al cementerio, importante, muy grande, con lo que ahora le han añadido puede tener una superficie doble, sin exagerar, de lo que fue en su origen. Me ha parecido una buena noticia.
            Por otra parte, los campos de los alrededores son durante estos días todo un festival de flores blancas, rosas y violetas, en los árboles frutales y arbolillos que rodean al pueblo, llevándose la palma por su número las flores de los almendros. Ahí os dejo la muestra: un árbol viejo, de aquellos que van quedando tan pocos, por lo que en otro tiempo fueron las eras de Las Columnas. 

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