martes, 12 de mayo de 2009

EN LA FIESTA DE SAN ISIDRO



Nadie hubiera podido pensar que allá por las primeras décadas del siglo XII, cuando un humilde campesino de Torrelaguna labraba las tierras de su amo -el noble Ivan de Vargas- en los campos de Caraquiz, su vida ejemplar habría de tener tanta repercusión por siglos posteriores entre los labradores de España.
Fue declarado santo en el año 1622; con anterioridad, su vida había sido escrita en verso nada menos que por Lope de Vega, y aireada en otros sectores de la literatura universal por Torcuato Tasso y por Ariosto en “El Isidro”.
San Isidro, Patrón de Madrid y de los labradores españoles, ocupa un lugar destacado en el costumbrismo festivo de nuestro pueblo, con una celebración popular que tan solo superan en importancia las fiestas de verano y de invierno en honor del Santo Niño. Cosa lógica en un pueblo de labradores, cuya principal fuente de trabajo y de ingresos ha sido la agricultura a lo largo de toda su historia.
Procesión con su imagen hasta la ermita del Santo; Misa al aire libre en la explanada del Pozo, y comida general, a escote, a la sombra de los árboles con un aperitivo previo, donde la gente se lo pasa sencillamente bien.
Soy un habitual de la fiesta de San Isidro, a la que suelo faltar tan sólo por fuerza mayor, y éste año es uno de los que no me será posible compartir tan gratas horas con mis paisanos. Las circunstancias mandan, y bien que lo lamento.
(En la fotografía, don Germán celebrando misa junto a la imagen del Santo, al que acompaña el coro de la parroquia que dirige Camarada)

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