Más de veinte fotografías del Santo Niño en artísticos estandartes, se han podido contar en ventanas y balcones por las calles del pueblo durante las fiestas patronales que acaban de concluir. Quizás haya sido esta la particularidad más significativa de la presente edición, a la que en todo caso habría que añadir como nota negativa y fuera de lo acostumbrado la no apertura del bar de temporada “La Cuadra”, así como la cogida con carácter grave del novillero encargado de la lidia en el segundo toro de la tarde del martes.
Por lo demás, las fiestas han sido unas fechas como esperábamos, agradables, que han permitido reencontrarnos con paisanos a los que llevábamos varios años sin saludar, y en las que todo ha transcurrido dentro de la normalidad más absoluta. El programa de actos, ni mejor ni peor que en años precedentes, con la acostumbrada asistencia y participación de olivareños, entre los que considero justo destacar la comida multitudinaria final de fiestas, en nuestro inmejorable salón: el túnel bajo la carretera junto a la ermita de San Isidro, del que ya dimos cuenta en una de las primeras páginas de este blog, y que en la presente edición se ha distinguido porque, a pesar de la experiencia y el buen hacer de los cocineros, la deficiente calidad de la carne no ha complacido a nadie.
La asistencia a los actos religiosos ha sido masiva; la iglesia, habida cuenta de su extraordinaria capacidad, resultó pequeña durante la misa mayor del día del Niño, y la procesión, una auténtica manifestación de fervor acompañando por las calles del pueblo la imagen menuda de nuestro Patrón.
Resultó especialmente emotivo el canto de “La Salve” en la noche del día 15. La iglesia en impecable estado después de su restauración, la banda de música de Villamayor de Santiago amenizando el acto, y la sorpresa final que el pueblo acogió emocionado. Pues un componente de la banda de música, Emiliano Jiménez, hizo uso de la palabra ante el micrófono y se dirigió al público asistente leyendo un mensaje que considero oportuno transcribir en este comentario -para que de él quede constancia a perpetuidad-, y que decía así:
“En este momento, cuando dan comienzo las fiestas en honor del Santo Niño, quisiera aprovechar para dar gracias al Señor por haber estrechado los lazos de amistad entre el pueblo de Olivares del Júcar con nuestra banda de música, “La Juvenil Filarmónica” de Villamayor de Santiago.
Ya son unos cuantos años los que nos conocemos, desde que siendo Luis alcalde nos abrió las puertas de este pueblo, y luego vuestra alcaldesa, María, y vuestra concejala, Rosa, que retomaron aquella iniciativa con un comportamiento ejemplar hacia nosotros de parte de ellas y, cómo no, de todos vosotros. Esta razón fue suficiente para realizar el acto de hermandad el pasado mes de octubre. Una amistad que quedó sellada con la bendición de nuestro Obispo, y como testigo Él, el Santo Niño.
Se me viene a la memoria la procesión de aquel día, donde este Santo Niño, al que me atrevería a decir también nuestro Patrón, tan guapo y tan bien vestido, con esa sonrisa inocente, recorría las calles de Villamayor de Santiago dejando boquiabiertos a todos los que contemplaban en esta imagen la dulzura y la belleza de los niños. Os puedo asegurar que en Villamayor, el Santo Niño cautivó a todo el mundo, ya que no estamos acostumbrados a ver esta clase de imágenes tan dulces.
Solamente quisiera daros las gracias a vosotros, representantes y habitantes de Olivares del Júcar, por formar parte de esa ceremonia de hermanamiento celebrada aquella tarde del mes de octubre, a la que nuestro Obispo, admirado y con asombro, describió de sencilla, organizada, silenciosa, multitudinaria y solemne.
Que el Santo Niño nos conserve esta amistad, y que ésta sea cada vez más grande. GRACIAS.”
El aplauso que recibió este mensaje por parte del público asistente al acto fue sonoro, prolongado, sentido y emotivo.
Por lo demás, las fiestas han sido unas fechas como esperábamos, agradables, que han permitido reencontrarnos con paisanos a los que llevábamos varios años sin saludar, y en las que todo ha transcurrido dentro de la normalidad más absoluta. El programa de actos, ni mejor ni peor que en años precedentes, con la acostumbrada asistencia y participación de olivareños, entre los que considero justo destacar la comida multitudinaria final de fiestas, en nuestro inmejorable salón: el túnel bajo la carretera junto a la ermita de San Isidro, del que ya dimos cuenta en una de las primeras páginas de este blog, y que en la presente edición se ha distinguido porque, a pesar de la experiencia y el buen hacer de los cocineros, la deficiente calidad de la carne no ha complacido a nadie.
La asistencia a los actos religiosos ha sido masiva; la iglesia, habida cuenta de su extraordinaria capacidad, resultó pequeña durante la misa mayor del día del Niño, y la procesión, una auténtica manifestación de fervor acompañando por las calles del pueblo la imagen menuda de nuestro Patrón.
Resultó especialmente emotivo el canto de “La Salve” en la noche del día 15. La iglesia en impecable estado después de su restauración, la banda de música de Villamayor de Santiago amenizando el acto, y la sorpresa final que el pueblo acogió emocionado. Pues un componente de la banda de música, Emiliano Jiménez, hizo uso de la palabra ante el micrófono y se dirigió al público asistente leyendo un mensaje que considero oportuno transcribir en este comentario -para que de él quede constancia a perpetuidad-, y que decía así:
“En este momento, cuando dan comienzo las fiestas en honor del Santo Niño, quisiera aprovechar para dar gracias al Señor por haber estrechado los lazos de amistad entre el pueblo de Olivares del Júcar con nuestra banda de música, “La Juvenil Filarmónica” de Villamayor de Santiago.
Ya son unos cuantos años los que nos conocemos, desde que siendo Luis alcalde nos abrió las puertas de este pueblo, y luego vuestra alcaldesa, María, y vuestra concejala, Rosa, que retomaron aquella iniciativa con un comportamiento ejemplar hacia nosotros de parte de ellas y, cómo no, de todos vosotros. Esta razón fue suficiente para realizar el acto de hermandad el pasado mes de octubre. Una amistad que quedó sellada con la bendición de nuestro Obispo, y como testigo Él, el Santo Niño.
Se me viene a la memoria la procesión de aquel día, donde este Santo Niño, al que me atrevería a decir también nuestro Patrón, tan guapo y tan bien vestido, con esa sonrisa inocente, recorría las calles de Villamayor de Santiago dejando boquiabiertos a todos los que contemplaban en esta imagen la dulzura y la belleza de los niños. Os puedo asegurar que en Villamayor, el Santo Niño cautivó a todo el mundo, ya que no estamos acostumbrados a ver esta clase de imágenes tan dulces.
Solamente quisiera daros las gracias a vosotros, representantes y habitantes de Olivares del Júcar, por formar parte de esa ceremonia de hermanamiento celebrada aquella tarde del mes de octubre, a la que nuestro Obispo, admirado y con asombro, describió de sencilla, organizada, silenciosa, multitudinaria y solemne.
Que el Santo Niño nos conserve esta amistad, y que ésta sea cada vez más grande. GRACIAS.”
El aplauso que recibió este mensaje por parte del público asistente al acto fue sonoro, prolongado, sentido y emotivo.
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