Un
grupo importante de chicos y chicas (hoy hombres y mujeres) nacidos en nuestro
pueblo en el año 1965, tuvieron el pasado día 3 el encomiable detalle de
reunirse para celebrar en conjunto el feliz acontecimiento de cumplir durante
el presente año sus 50 de edad; los cuales, sin considerar las distancias,
pues los había de Madrid, de Valencia, del País Vasco, de Cuenca, y de otras
provincias de España como sitio de residencia, se dieron cita en Olivares, su
pueblo natal, para compartir en amigable grupo una comida de hermandad en uno
de los conocidos restaurantes de La Almarcha.
La idea partió, parece ser, de Luis
Valera (Conejo, para entendernos), quien se puso en contacto con todos,
organizo el evento, y así hasta verlo exitosamente y felizmente cumplido. Solo
una chica faltó por motivo más que justificado.
El hecho de reunirse por lo menos
una vez en la vida tiene su importancia y merece ser noticia emitible y
publicable. Reconozco que otros lo hicimos antes, aprovechando las fiestas del
Santo Niño, cuando todos estábamos en el pueblo, lo que le resta casi todo el
mérito. Por eso quiero hacer constar que el gesto más hermoso, el que da a la
noticia un carácter muy por encima de lo que otros hayamos podido celebrar en
tiempos pasados, ha sido el que pensasen en invitar a una persona querida por
todos, a una mujer que dejó en sus vidas una marca muy difícil de borrar. Me
refiero a la que tuvieron por maestra cuarenta años atrás, a doña Pilar Bravo
Bustos, doña Pili de tan grata memoria. Averiguaron su paradero, fueron a
buscarla, y a devolverla después a su casa, según he sabido a altas horas de la
noche.
Doña Pili ejerció su profesión
docente en Olivares durante nueve años, allá por la década de los setenta. Ella
ha merecido por su calidad humana y profesional el título de Querida Maestra,
de la amiga de todos, de esa persona que un día se puso en su camino y a la que
abiertamente los que fueron sus alumnos profesan perpetua gratitud.
- ¿Qué recuerda -le pregunté- de su
paso por nuestro pueblo?
- El afecto de la gente -me
respondió-. Y el mucho contacto que tuve con todos.
- Y de este simpático homenaje, ¿Qué
recuerdo guardará a partir de hoy?
- Mi más sentido agradecimiento.
Todos son ya hombres y mujeres que tienen cada uno en mi corazón su rinconcito
como algo propio.
- Durante aquellos años residió, quiero recordar, en
casa de mi abuela ¿Qué queda de ella en su memoria?
-La abuela Basilia era una mujer muy
especial. Le gustaba hablar conmigo. Me solía contar cosas de cuando la guerra.
Recuerdo muy bien que me decía que cuando hicieron el puente de la Caserna,
vinieron a trabajar unos vascos altos como pinos.
Para que no falte la presencia
humana con sus nombres y apellidos, de los antiguos alumnos de doña Pili
presentes en el acto, los paso a nombrar, creo que por el orden en el que
estaban sentados en la larga mesa del restaurante, y que según la nota que se
me facilitó, fueron los siguientes:
Mariano
Cantero, María Angustias Moreno, Luis Alberto Díaz, Fernando Moya, Jesús
Alberto Domínguez, Juan Carlos Belinchón, Luis Jiménez, Carlos Domínguez,
Carlos Gustavo García, Clara Isabel Buendía, (Doña PILAR BRAVO), Jesús Olmo,
José Luis Domínguez, Luciano Belinchón, Luis Valera, Encarna Alcalá, Begoña
Toledo, Mari Luz Belinchón, Ana Esther Toledo, Lourdes Beltrán e Inés Osa.
(A TODOS Y A TODAS MI FELICITACIÓN.
SOIS FASNTÁSTICOS)
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