lunes, 3 de noviembre de 2008

EL TÉRMINO MUNICIPAL



EL TÉRMINO MUNICIPAL

Son, en cifra muy aproximada, cincuenta kilómetros cuadrados (49,9), los que ocupa el término municipal, distribuidos en las cuatro direcciones a manera de cuña, cuya porción más cumplida en superficie tiene al casco urbano como centro, llegando escasa­mente a los cuatro o cinco kilómetros de distancia en dirección a Belmontejo, a Cervera, a Hinojosa y a La Almarcha. El punto más alejado del término, como vértice final en la punta de flecha de su trazado, se encuentra en los Llanos de Villafranca, junto a la transversal en línea recta que uniría los lugares de Villaverde y Pasaconsol con Valverde de Júcar, desde luego a más de diez kilómetros del casco urbano hacia el este y al otro lado del Júcar.
El término municipal no es en exceso accidentado. El pueblo marca, junto al Ayuntamiento, una altura de 900 metros sobre el nivel del mar, aumentando y disminuyendo a lo largo y ancho en parajes muy concretos, de los que cabe señalar algunos de ellos a título de muestra: 946 metros en el llamado Alto del Telégrafo, 948 en el Alto de las Peñillas y 957 en la cumbre del cerro de Cabeza Gorda; luego, más hacia el saliente, es decir, hacia el propio Valle del Júcar, la altura desciende considerablemente, hasta alcanzar una media de 830 metros en la ribera y otras tierras de sus aledaños.
El río principal es el Júcar, como bien se indica en el propio nombre del pueblo, uno de los más importantes de la ver­tiente Mediterránea, que nace en el Cerro de San Felipe (Serranía de Cuenca) y desemboca en las levantinas costas de Cullera, siendo todos los demás pequeños arroyuelos sin importancia, generalmente secos en verano o de muy escaso caudal, tales como el regato de la Fuente de la Olacera, la rambla de Cañahonda, y las de la Fuente del Arco y las Cañás más al norte.
La red municipal de caminos, antigua y muy completa como corresponde a su añeja condición de pueblo de agricultores, se vio sensiblemente favorecida tras la puesta en funcionamiento de la concentración parcelaria, que en la década de los años cincuen­ta (tercer municipio de España en que se llevó a cabo) redistribuyó sus campos. Ahora se cuenta con media docena de pistas, repartidas por todo el término de manera radial, que ponen muy a mano los cientos de parcelas de labor en estado de culti­vo. Muchos de los antiguos senderos han desaparecido con la nueva distribución de sus tie­rras, si bien, son varios aún los que se conservan con esa carga de rememoranzas y de valores emotivos para la gente mayor.
Siete términos municipales entornan a los campos de Olivares como tierras fronterizas, dándose el caso de que las posesiones de los olivareños penetran en casi todos ellos: Belmontejo, Cervera, Hinojosa, La Almarcha, el Castillo, Villaverde y Valver­de, son nuestros vecinos por cuanto a límites, aunque el trato amistoso en lo personal -y en lo familiar, incluso- todavía llega hasta otros con cuyas tierras no colindamos, pues no en vano es San Lorenzo de la Parrilla, tal vez, el lugar de cercanías con el que mantenemos más estrechos y numerosos lazos de familiaridad por razones de casamiento.

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