miércoles, 19 de noviembre de 2008

OLIVARES DE JUCAR: FIESTAS Y COSTRUMBRES (II)



LAS MÁSCARAS DE CARNAVAL
Las máscaras de nuestro pueblo, como todas las del resto de los pueblos de la comarca, suponiendo que las hubiera, no eran un ejemplo de elegancia y lujo al estilo de las de Venecia, ni por el ropaje tampoco tenían nada que ver con las famosas de los Carnavales de Río de Janeiro, o de las capitales canarias, donde las fiestas del Carnaval suelen ser uno de sus principales atractivos.
En Olivares, las máscaras salían con la cara tapada con un pañuelo, y como ropaje lo más estrafalario que podían encontrar: mujeres con ropa usada de hombre solía ser el modelo más frecuente. Salían en grupo. Por las calles iban gritando de manera ininteligible algo así como ¡Que no me conoces, no; que no me conoces!
A última hora de la tarde, una vez que las máscaras se descubrían el rostro, la fiesta de máscaras terminaba en baile, en merienda, o en las dos cosas a la vez.
Señoras venerables de hoy, con ochenta o más años sobre sus espaldas, fueron muy divertidas cuando se disfrazaban de máscara en su juventud.

LOS ANIMEROS
Eran un grupo de muchachos que durante los días de Carnaval y los fines de semana de Cuaresma salían por las calles del pueblo, visitaban las casas una a una, recogiendo limosna (dinero, huevos, judías y otros productos), para que con su importe se dijeran misas y se ofrecieran sufragios por los difuntos.
Los “animeros” tenían como centro de toda su fiesta una chaque­ta horrorosa, de un fondo color hueso tomado, con dos tibias y un cráneo de tela roja sobrepuestos en la espalda. Quiero recordar que llevaba también como tétrico adorno los signos alfa y omega del alfabeto griego.
Los animeros salían a la calle, uno de ellos vestido con la chaqueta en cuestión, y la gente les daba una propina para que le colocaran la "prenda" a una persona determinada de entre los espectadores bajo secreto. Éste, a su vez, daba otra propina para que se la colocasen a la persona (anónima) que tuvo "el bonito gesto" de vestir­lo de animero... Y así sucesivamente.
Fue una fiesta muy simpática que, cuando menos, dabas ambiente al pueblo durante esos días.

LA ALMONEDA
Esta costumbre creo que se ha vuelto a repetir en ediciones relativamente recientes. La palabra “almoneda”, según el Diccionario de la RAE, significa “venta de géneros que se anuncian a bajo precio”. Es una especie de mercadillo que el domingo de Carnaval se colocaba sobre unas mesas en la Plazuela del Cura. En la “almoneda” se vendía de todo: enseres diversos, frutas, objetos que la gente regalaba con destino a la campaña de ánimas o con otro fin más o menos piadoso. Se vendía de todo. No he olvidado el sabor tan exquisito de los pestiños y de las hojuelas empañadas en aguamiel que se compraban por una perra gorda la unidad.
Esta es una costumbre perdida, o medio perdida, que se podría recuperar con muy poco esfuerzo y muy escaso coste económico. Es cuestión de ponerse a ello.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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